Normalmente cuando haces algo grande eres recordado y admirado, pero el caso de estos personajes que trataremos en este artículo es muy distinto, puesto que a cambio de idear cosas extraordinarias y muy adelantadas para su época, tan solo recibieron el “Nobel del olvido”.
Seguramente conozcas a Einstein, a Newton, … pero muchos de los nombres que vienen a continuación te resultarán desconocidos por falta de reconocimiento. Por eso he querido “homenajearlos” y escribir este humilde artículo en memoria de estos genios del pasado y del presente:
Jerónimo de Ayanz y Beaumont: un forzudo navarro (1553-1613) que a lo largo de su vida fue militar, pintor, cosmógrafo, músico e inventor. Él ideó una máquina de vapor en el siglo XVII (la primera patente de una máquina de vapor en 1606), con un primitivo sistema de aire acondicionado incorporado. La máquina servía para drenar el agua de las minas y además con un eyector de vapor que regeneraba el aire para quitar el aire enrarecido de esas profundidades.
A lo largo de su vida pudo patentar 48 inventos, incluyendo un protosubmarino de madera con regenerador de aire integrado. Además hizo el traje de buzo y lo expuso ante la corte de Felipe III, quien se aburrió ante la exposición científica y no le dio más importancia.
Jerónimo de Ayanz también mejoraría la instrumentación científica de la época, desarrollaría molinos de viento mejores e ingeniaría nuevos hornos para metalurgia, industria, militares y domésticos.
Ramón Silvestre Verea Aguiar y García: más conocido como Ramón Verea (1833-1899), fue un periodista, ingeniero, escritor e inventor español. Creó en 1878 una de las primeras máquinas de calcular. La calculadora de Verea se adelató al gran desarrollo de las calculadoras mecánicas a principios del siglo XX. La calculadora podía sumar, restar, multiplicar y dividir con operadores de hasta 9 dígitos y resultados de hasta 15 dígitos. El artefacto pesaba 26 kg, media 14x12x8 pulgadas y su sistema de multiplicación se basaba en el mecanismo patentado por Edmund D. Barbour de 1872. El aparato era el más veloz de la época, pudiendo resolver una multiplicación de 9 dígitos por 6 dígitos en 20 segundos.
Verea lo hizo solo para demostrar que un español podía hacer inventos extraordinarios. Una vez demostrado no se interesó por su desarrollo y finalmente moriría pobre. Otto Steiger se basaría en la máquina de Ramón Verea para su calculadora. Actualmente la máquina de calcular de Verea se encuentra en la sede central de IBM, en Nueva York, como parte de la colección iniciada en 1930 del fundador.
Leonardo Torres Quevedo: este cántabro nació en 1852 y murió en 1936. Fue un matemático, inventor e ingeniero de caminos del siglo XIX y principios del XX.
Una de sus patentes más conocidas es el Telekino en 1903. Fue el primer "mando a distancia" para, con ondas hercianas, poder manejar un autómata a distancia. El Telekino era un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante ondas hertzianas. Pionero en el radiocontrol junto a Nikola Tesla.
Leonardo haría viajes por Europa muy interesado en las novedades en el área de la electricidad. Después en 1889 presenta "Memoria sobre las máquinas algébricas" y en Francia presentaría años más tarde "Sur les máquines algébriques" y "Machines a calculer", todo sobre automática e inteligencia artificial (pionero en este campo).
Entre otros trabajos de laboratorio suyos, cabe destacar las aportaciones a la aerostática, a los transbordadores (funiculares o teleféricos, como el Spanish Aerocar de las cataratas del Niágara de Canadá) y zeppelines.
También inventó una máquina analógica de cálculo bastante exitosa. Construyó varias de estas máquinas mecánicas para calcular, incluido El Ajedrecista, una máquina que se consideró el primer videojuego de la historia y primera aportación al campo de la inteligencia artificial que se conoce. Esta máquina ya incluían aritmóforos y elementos de gran complejidad para realizar operaciones algebraicas con precisión y rapidez.
Ante las grandes posibiliddes de la electromecánica, escribió su obra titulada “Ensayos sobre la Automática” que se publicó en España y en Francia, como continuación de los trabajos realizados por Charles Babbage (el precursor de la computadora). Y como derivado de estos estudios crearía una calculadora digital (“Aritmómetro electromecánico”) capaz de almacenar dígitos decimales, realizar operaciones binarias y comparar números. Toda ella compuesta por elementos electromagnéticos y programas de sentencias fijas almacenados en una memoria compuesta por regiones conductoras sobre la superficie de un cilindro rotatorio. Además incluía algo muy avanzado para la época, la primera formulación aritmética de coma flotante, adelantándose 20 años a lo que sería la primera computadora digital. El funcionamiento era simple, se introducían los dígitos y las operaciones a realizar en una máquina de escribir eléctrica y la máquina escribía el resultado automáticamente.
Otros inventos de Torres Quevedo serían de caracter pedagójico, como una máquina de escribir, paginación marginal de los manuales, puntero proyectable (antecesor del puntero láser), proyector dinámico para diapositivas, etc. Murió con una lista de patentes enorme, entre ellas la maquina de ajedrez automática.
Ángela Ruiz Robles: “Doña Angelita” fue una maestra, escritora e inventora nacida en León (1895-1975). En 1949 patentó una enciclopédia mecánica, transformandose en precursora del "Libro electrónico". Se adelantó en su tiempo a lo que hoy llamamos eBook. Vió las dificultades de los alumnos para llevar tantos libros y peso al colegio y quiso integrarlo todo en un mismo libro. Con una serie de resortes, engranajes, bobinas de papel y chapas metálicas, creó el libro de los libros para facilitarle la vida a los alumnos. La enciclopedia incluía todas las asignaturas y en distintos idiomas. Las bobinas intercambiables donde se incluían la teoría se enrrollaban o desenrrollaban para acceder a la información manualmente. Incluso disponía de una luz para leer de noche. Por si eso fuese poco, también integró sonido por si querías
escuchar las lecciones y estabas cansado de leer. Nadie quiso financiar el proyecto y solamente se aplicó en su colegio de Ferrol donde ella impartía clase.
Otras aportaciones fueron sus 16 obras científicas editadas entre 1938 y 1946 y el Altlas Científico Gramatical inventado en 1944, así como la máquina taquimecanográfica.
Julio Cervera Baviera: nació en Segorbe, en 1854 y fallecería en 1927. Este ingeniero y comandante estudió física en la Universidad de Valencia. Colaboró con Guillermo Marconi y su ayudante George Kemp. Cervera obtuvo sus primeras patentes en telegrafía sin hilos antes de finalizar 1899. Una de esas patentes fue el "telemando de equipos y sistemas", otro antecesor del mando a distancia. Además se le atribuye a él la invención del primer sistema técnico de radio, antes que a Marconi. Cervera desarrolló la radio once años antes que Marconi, pero solo para transmitir señales (aunque en 1902 también trasmitiera voz humana entre Alicante e Ibiza) y no sonido, es por eso que la radio tal como la conocemos hoy se le atribuye a Marconi. Cervera también creó el Internacional Institución Electrotécnica de Valencia en 1903. Más tarde crearía y diseñaría el tranvía de Tenerife.
Isaac Peral y Caballero: mi tocayo nace en 1851 en Cartagena y fallecería a causa de un cáncer de piel en 1895. Fue un científico, marino y militar español con rango de teniente de navío en la Armada. Se conoce sobre todo por su faceta de inventor, creando el primer submarino torpedero. El submario es conocido como submarino Peral y era un prototipo de submarino con propulsión eléctrica (una novedad en la época, con dos motores eléctricos Inmish y 1 batería "L'Electrique de acumuladores" de 613 elementos y 220v) y con casco de acero en forma de huso. Ya disponía de un tubo lanzatorpedos a proa, adelantándose a los submarinos norteamericanos Holland de la Primera Guerra Mundial. Podía desarrollar 30CV de potencia, con una velocidad de 8 nudos, autonomía de unas 396 millas náuticas a 3 nudos/hora y con capacidad para 12 tripulantes. Su capacidad de inmersión llegaba a los 80 m de profundidad.
Mónico Sánchez Moreno: inventor e ingeniero eléctrico español (1880-1961). Fue pionero en radiología y electroterapia, además de conocido por el aparato de rayos X portátil y corrientes de alta frecuencia en 1909. A los 23 años se subiría a un barco en Cádiz y con 60 dólares en el bolsillo puso rumbo a Nueva York. Allí trabajaría como ayudante de delineante para después matricularse en el Instituto de Ingenieros Electricistas y más tarde cursar electrotécnia en la Universidad de Columbia. Ficharía como ingeniero de la Van Houten and Ten Broeck Company donde desarrolló su aparato portátil de rayos X para hospitales. El aparato pesaba 10kg frente a los 400 de los tradicionales.
Después la Collins Wireless Telephone Company lo contrató como ingeniero jefe para apropiarse de su aparato de rayos X y poderlo comercializar. Tras el desastre de Frederick Collins, Mónico volvió a España y creó el Laboratorio Eléctrico Sánchez en Piedrabuena. Allí contaría con 3500 metros cuadrados de espacio, con un soplador de vidrio experto alemán que contrató para manufacturar los tubos de vacío y todo con el fín de crear una central eléctrica de carbón en su pueblo.
Juan de la Cierva: nace en Murcia, en 1895 y su fecha de muerte es en 1936, lejos de su tierra natal, en Croydon (Reino Unido). Fue inventor, científico aeronáutico español, ingeniero de caminos, canales y puertos, además de aviador. Uno de sus inventos más destacados fue el autogiro, el precursor del helicóptero. Junto con José Barcala y Pablo Díaz, el primero un compañero de estudios y el segundo hijo de un carpintero, crearon la sociedad B.C.D. (Barcala-Cierva-Díaz). En aquel entonces Juan de la Cierva solo tenía 16 años y logró construir y hacer volar un avión biplano, el BCD-1 (EL Cangrejo). Solo 20 años después del avión de los hermanos Wright, de la Cierva crea el autogiro, un aparato capaz de volar y con sus alas fijas a un rotor. El Cierva C.1 de 1920 utilizaba un fuselaje, ruedas y estabilizador vertical de un monoplano francés que modificó. El C.1 no llegó a resultar. Luego vendría el C.2 que conseguiría dar unos saltitos y levantarse algo del suelo. El C.3 heredó sus problemas en la asimetría del rotor. Finalmente el C.4 de 1922 introducía una revolucionaria idea de articular las palas del rotor, y éste si que prometía. El C.4 tampoco resultó práctico y Juan hizo experimentos en el túnel de viento construido por Emilio Herrera, el mejor de Europa en la época. En 1923 tras los ensayos, se modificó y rectificó el C.4 resultando exitoso al volar unos 183 metros. El gobierno de España financiaría el C.5 que voló hasta Getafe, haciendo evidente que el concepto funcionaba. En EE.UU. y otros países se construirían autogiros con licencia de Juan de la Cierva como el Pitcairn PCA-2.
Alejandro Goicoechea: vizcaíno nacido en 1895 y fallecido en 1984. Este ingeniero creó el famoso "Cinturón de Hierro" como defensa fortificada para evitar el avance de las fuerzas nacionales en Bilbao. Finalmente desertaría y facilitaría a las tropas de Franco los planos y puntos débiles de su construcción para que pudieran avanzar. Pero esto no es lo más destacado de Alejandro, ya que se le conoce como el diseñador del tren Talgo (acrónimo de Tren Articulado Ligero Goicoechea-Oriol) en 1941. El tren en el que seguro has suvido más de una vez...
Agustín José Pedro del Carmen Domingo de Candelaria de Betancourt y Molina: no es una broma, ni le toca nada a Felipe Juan Froilan de Todos los Santos. Este militar e inventor español es más conocido como Agustín de Betancourt y Molina o incluso con su apellido escrito como Bethencourt. Nace en 1758 y fallece en 1824. Trabajó en máquinas de vapor, globos aerostáticos, planeamiento urbanístico, etc. Gracias a él se creó la primera Escuela de Caminos en España. Agustín era políglota, hablaba castellano, latín, francés, ruso, alemán e inglés. Todo por sus numerosos viajes a Francia e Inglaterra, además de su época rusa invitado por el Zar Alejandro I. Gracias a este periodo, Rusia editó un sello postal mítico con el semblante de Agustín en 2008, como conmemoración de su 250 aniversario.
Antonio Martín Santos: ingeniero industrial leonés (1887-1961) que presentó el primer navegador para el coche. El invento se bautizó como “automapa” y es el precursor analógico del GPS. En uno de sus viajes, Antonio se perdió cuando se dirigía desde Leon hasta Jeréz de la Frontera y entonces comenzó a experimentar con un prototipo en su propio coche, un Simca.
El invento consistía en un mapa (equivalente a un tramo de 37,68 km), dibujado por una familiar a mano, enrollado en dos carretes laterales y con un mecanismo conectado a la transmisión del coche por cable. Así, el carrete del mapa iba pasando por una aguja que marcaba el punto donde se encontraba el auto.
El invento se llegaría a patentar en 11 países más, pero finalmente, con la muerte de Santos, se perdería en el olvido.
Manuel Cardona Castro: físico español y Premio Principe de Asturias de Investigación. Estudió la carrera de Ciencias Fisicas en la Universidad de su ciudad natal, Barcelona. Tras licenciarse fue becado para ampliar sus estudios en la Universidad de Harvard, donde realizó varios cursos de Física Cuántica y de Física del Estado Sólido. Allí escribió su tesis doctoral sobre el efecto fotomagnetoeléctrico cuadrático en el germanio y en el silicio, trabajo que le valió el grado de doctor en la Universidad de Madrid en 1958. Un año más tarde se doctoró por la Universidad de Harvard y pasó a desarrollar sus investigaciones en los Laboratorios RCA en Zurich y en Pricenton. En la temporada de entre 1963 y 1965 realizó labores docentes en la Universidad de Pennsylvania y se asoció a la Universidad de Brown, en la que luego obtuvo el grado de profesor pleno.
En 1971 pasó a ser director del recién creado Instituto de Ciencias de Sólidos del Instituto de Física Max-Plank (Stuttgart). Allí continuó desarrollando su actividad en el campo de la superconductividad. Además es asesor de los RCA Labs, GTE, IBM y Xerox PARC.
Trabajó y publicó artículos en numerosas revistas científicas, además Manuel Cardona es miembro del comité científico asesor del CSIC y del Institut de Ciènces dels Materials, miembro del Consejo Revisor para la Fisica de la Materia Condensada de la Fundación Nacional Alemana de la Ciencia, miembro de la Sociedad Alemana de Física, miembro del Consejo Científico de DESY en Hamburgo, miembro del Centro Nacional de Estudios de Telecomunicaciones de París y del Instituto de Ciencias de la Superficie de Jülich.
Su exitosa carrera profesional le ha hecho merecedor de numerosos premios, como el premio del Laboratorio RCA en 1962, la Medalla Narcís Monturios al Logro Cientifico en 1982, el premio Frank Isakson de la American Phisical Society, la Medalla Johanes M. von Kronland de Checoslovaquia en 1988 y otros premios nacionales. También becado por la Sociedad Japonesa para la Promoción de las Ciencias en 1984 y por la Fundación Yamada en 1983. Es doctor Honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid, Autónoma de Barcelona, profesor honorario de la Universidad de Stuttgart y miembro de honor de la Sociedad Americana de Física.
Tomás Palacios: profesor del MIT (Massachusetts Institute of Technology) es un español que ha conseguido fabricar chips de grafeno (carbono) que son 10 veces más rápidos que los de silicio actuales. Los chips de grafeno tienen un espesor de 1 átomo y pueden conseguir velocidades de 1 Thz (1000 Ghz). Tomás ha sido el primero en conseguir manufacturar estos chips, aunque la tecnología del grafeno fue descubierta en 2004 por Andre Geim y Kostya Novoselov (Universidad de Manchester).
La tecnología para crear el grafeno no es muy avanzada, el propio Tomás lo explica “Si pegas y despegas múltiples veces un trozo de celo impregnado con trozos de grafito, de la mina, acabas obteniendo grafeno: una única capa de átomos de carbono”. En principio se pretendía nada más que conseguir capas de grafito para estudiar sus propiedades eléctricas y terminaron consiguiendo grafeno.
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